domingo, 30 de noviembre de 2008

Lectura 8º básico

Un habitante de Carcosa
Ambrose Bierce



Existen diversas clases de muerte. En algunas, el cuerpo perdura, en otras se desvanece por completo con el espíritu. Esto solamente sucede, por lo general, en la soledad (tal es la voluntad de Dios), y, no habiendo visto nadie ese final, decimos que el hombre se ha perdido para siempre o que ha partido para un largo viaje, lo que es de hecho verdad. Pero, a veces, este hecho se produce en presencia de muchos, cuyo testimonio es la prueba. En una clase de muerte el espíritu muere también, y se ha comprobado que puede suceder que el cuerpo continúe vigoroso durante muchos años. Y a veces, como se ha testificado de forma irrefutable, el espíritu muere al mismo tiempo que el cuerpo, pero, según algunos, resucita en el mismo lugar en que el cuerpo se corrompió.


Meditando estas palabras de Hali (Dios le conceda la paz eterna), y preguntándome cuál sería su sentido pleno, como aquel que posee ciertos indicios, pero duda si no habrá algo más detrás de lo que él ha discernido, no presté atención al lugar donde me había extraviado, hasta que sentí en la cara un viento helado que revivió en mí la conciencia del paraje en que me hallaba. Observé con asombro que todo me resultaba ajeno. A mi alrededor se extendía una desolada y yerma llanura, cubierta de yerbas altas y marchitas que se agitaban y silbaban bajo la brisa del otoño, portadora de Dios sabe qué misterios e inquietudes. A largos intervalos, se erigían unas rocas de formas extrañas y sombríos colores que parecían tener un mutuo entendimiento e intercambiar miradas significativas, como si hubieran asomado la cabeza para observar la realización de un acontecimiento previsto. Aquí y allá, algunos árboles secos parecían ser los jefes de esta malévola conspiración de silenciosa expectativa.

A pesar de la ausencia del sol, me pareció que el día debía estar muy avanzado, y aunque me di cuenta de que el aire era frío y húmedo, mi conciencia del hecho era más mental que física; no experimentaba ninguna sensación de molestia. Por encima del lúgubre paisaje se cernía una bóveda de nubes bajas y plomizas, suspendidas como una maldición visible. En todo había una amenaza y un presagio, un destello de maldad, un indicio de fatalidad. No había ni un pájaro, ni un animal, ni un insecto. El viento suspiraba en las ramas desnudas de los árboles muertos, y la yerba gris se curvaba para susurrar a la tierra secretos espantosos. Pero ningún otro ruido, ningún otro movimiento rompía la calma terrible de aquel funesto lugar.

Observé en la yerba cierto número de piedras gastadas por la intemperie y evidentemente trabajadas con herramientas. Estaban rotas, cubiertas de musgo, y medio hundidas en la tierra. Algunas estaban derribadas, otras se inclinaban en ángulos diversos, pero ninguna estaba vertical. Sin duda alguna eran lápidas funerarias, aunque las tumbas propiamente dichas no existían ya en forma de túmulos ni depresiones en el suelo. Los años lo habían nivelado todo. Diseminados aquí y allá, los bloques más grandes marcaban el sitio donde algún sepulcro pomposo o soberbio había lanzado su frágil desafío al olvido. Estas reliquias, estos vestigios de la vanidad humana, estos monumentos de piedad y afecto me parecían tan antiguos, tan deteriorados, tan gastados, tan manchados, y el lugar tan descuidado y abandonado, que no pude más que creerme el descubridor del cementerio de una raza prehistórica de hombres cuyo nombre se había extinguido hacía muchísimos siglos.

Sumido en estas reflexiones, permanecí un tiempo sin prestar atención al encadenamiento de mis propias experiencias, pero después de poco pensé: "¿Cómo llegué aquí?". Un momento de reflexión pareció proporcionarme la respuesta y explicarme, aunque de forma inquietante, el extraordinario carácter con que mi imaginación había revertido todo cuanto veía y oía. Estaba enfermo. Recordaba ahora que un ataque de fiebre repentina me había postrado en cama, que mi familia me había contado cómo, en mis crisis de delirio, había pedido aire y libertad, y cómo me habían mantenido a la fuerza en la cama para impedir que huyese. Eludí vigilancia de mis cuidadores, y vagué hasta aquí para ir... ¿adónde? No tenía idea. Sin duda me encontraba a una distancia considerable de la ciudad donde vivía, la antigua y célebre ciudad de Carcosa.
En ninguna parte se oía ni se veía signo alguno de vida humana. No se veía ascender ninguna columna de humo, ni se escuchaba el ladrido de ningún perro guardián, ni el mugido de ningún ganado, ni gritos de niños jugando; nada más que ese cementerio lúgubre, con su atmósfera de misterio y de terror debida a mi cerebro trastornado. ¿No estaría acaso delirando nuevamente, aquí, lejos de todo auxilio humano? ¿No sería todo eso una ilusión engendrada por mi locura? Llamé a mis mujeres y a mis hijos, tendí mis manos en busca de las suyas, incluso caminé entre las piedras ruinosas y la yerba marchita.

Un ruido detrás de mí me hizo volver la cabeza. Un animal salvaje -un lince- se acercaba. Me vino un pensamiento: "Si caigo aquí, en el desierto, si vuelve la fiebre y desfallezco, esta bestia me destrozará la garganta." Salté hacia él, gritando. Pasó a un palmo de mí, trotando tranquilamente, y desapareció tras una roca.
Un instante después, la cabeza de un hombre pareció brotar de la tierra un poco más lejos. Ascendía por la pendiente más lejana de una colina baja, cuya cresta apenas se distinguía de la llanura. Pronto vi toda su silueta recortada sobre el fondo de nubes grises. Estaba medio desnudo, medio vestido con pieles de animales; tenía los cabellos en desorden y una larga y andrajosa barba. En una mano llevaba un arco y flechas; en la otra, una antorcha llameante con un largo rastro de humo. Caminaba lentamente y con precaución, como si temiera caer en un sepulcro abierto, oculto por la alta yerba.

Esta extraña aparición me sorprendió, pero no me causó alarma. Me dirigí hacia él para interceptarlo hasta que lo tuve de frente; lo abordé con el familiar saludo:
-¡Que Dios te guarde!
No me prestó la menor atención, ni disminuyó su ritmo.
-Buen extranjero -proseguí-, estoy enfermo y perdido. Te ruego me indiques el camino a Carcosa.

El hombre entonó un bárbaro canto en una lengua desconocida, siguió caminando y desapareció.
Sobre la rama de un árbol seco un búho lanzó un siniestro aullido y otro le contestó a lo lejos. Al levantar los ojos vi a través de una brusca fisura en las nubes a Aldebarán y las Híadas. Todo sugería la noche: el lince, el hombre portando la antorcha, el búho. Y, sin embargo, yo veía... veía incluso las estrellas en ausencia de la oscuridad. Veía, pero evidentemente no podía ser visto ni escuchado. ¿Qué espantoso sortilegio dominaba mi existencia?

Me senté al pie de un gran árbol para reflexionar seriamente sobre lo que más convendría hacer. Ya no tuve dudas de mi locura, pero aún guardaba cierto resquemor acerca de esta convicción. No tenía ya rastro alguno de fiebre. Más aún, experimentaba una sensación de alegría y de fuerza que me eran totalmente desconocidas, una especie de exaltación física y mental. Todos mis sentidos estaban alerta: el aire me parecía una sustancia pesada, y podía oír el silencio.
La gruesa raíz del árbol gigante (contra el cual yo me apoyaba) abrazaba y oprimía una losa de piedra que emergía parcialmente por el hueco que dejaba otra raíz. Así, la piedra se encontraba al abrigo de las inclemencias del tiempo, aunque estaba muy deteriorada. Sus aristas estaban desgastadas; sus ángulos, roídos; su superficie, completamente desconchada. En la tierra brillaban partículas de mica, vestigios de su desintegración. Indudablemente, esta piedra señalaba una sepultura de la cual el árbol había brotado varios siglos antes. Las raíces hambrientas habían saqueado la tumba y aprisionado su lápida.

Un brusco soplo de viento barrió las hojas secas y las ramas acumuladas sobre la lápida. Distinguí entonces las letras del bajorrelieve de su inscripción, y me incliné a leerlas. ¡Dios del cielo! ¡Mi propio nombre...! ¡La fecha de mi nacimiento...! ¡y la fecha de mi muerte!
Un rayo de sol iluminó completamente el costado del árbol, mientras me ponía en pie de un salto, lleno de terror. El sol nacía en el rosado oriente. Yo estaba en pie, entre su enorme disco rojo y el árbol, pero ¡no proyectaba sombra alguna sobre el tronco!
Un coro de lobos aulladores saludó al alba. Los vi sentados sobre sus cuartos traseros, solos y en grupos, en la cima de los montículos y de los túmulos irregulares que llenaban a medias el desierto panorama que se prolongaba hasta el horizonte. Entonces me di cuenta de que eran las ruinas de la antigua y célebre ciudad de Carcosa.

Tales son los hechos que comunicó el espíritu de Hoseib Alar Robardin al médium Bayrolles.


Responde las siguientes preguntas


¿Por qué el personaje creyó que estaba en un cementerio de una raza prehistórica?

¿Qué característica tenía el lugar donde se encontraba?

¿Qué encuentros tiene el personaje en el cementerio?¿Cómo son estas experiencias?

¿Cómo cambia Carcosa a lo largo del cuento?

¿Quién es Bayrolles?

¿De qué manera puedes explicar el hecho de que el hombre con el cual se encuentra el protagonista anduviera vestido con pieles, pelo desordenado, larga y andrajosa barba y llevara un arco, flechas y una antorcha?




Lectura 7º básico

Lectura 7º básico

Hablar sobre relatos que narran hechos insólitos es hablar sobre literatura fantástica; un tipo de relato fantástico son las leyendas. Te invito a conocerlas a través de un personaje típico de nuestro pueblo: un rotito chileno, muy hábil, astuto y capaz de engañar a cualquiera.

El roto que engañó al diablo


El Diablo estan diablo, que hasta los más diablazos le temen a sus diabluras.

Es que nadie se atreve con el Diablo -al menos eso pensaba él -hasta que cierta vez, hace mucho, muchísimo tiempo, se encontró con un rotito chileno.

Bartolo era un huaso joven, al que todo le salía mal ese año: en otoño se helaron sus chacras y en invierno se inundó el sembrado. De puro flaca se murió su vaca. Así que Bartolo tiró el yugo, el arado, la rastra, el rastrón, y partió en busca de mejor suerte.

Tenía unos tíos en la costa, pero ¿cómo se haría pescador si ni siquiera conocía el mar? ser minero debe ser más fácil, pensó Bartolo, encaminándose a los lavaderos, donde decían que las pepitas de oro se hallaban como chicharrones en un plato de porotos.Pero no encontró oro.

Volviendo triste a casa, pensó si el oro brillaba como escamas de peces en la red, o las pepitas serían como granos de trigo en la era.

Oscureció en el bosque. Tuvo miedo. Pero más miedo tenía de volver a su tierra sin un cobre, porque pronto sería el 18, y él quería bailarse unas buenas cuecas con la Peta, la niña más linda y hacendosa de la comarca.

Entonces recordó que su abuelo le había contado de qué manera se había hecho rico un patrón suyo.

-¡Más que hago pacto con el Diablo!

-exclamó Bartolo, y los pelos se le pararon de susto.

Sacando fuerzas de flaqueza, tomó aliento y llamó tres veces al Patas de Hilo. Un relámpago abrió de par en par la puertas del cielo y por la tierra rodaron todos los ruidos del bosque. Entonces lo vio: de pera y bigote y rabo; de chispas por los ojos y una risa del demonio, lo vio.

Allí se estuvieron Bartolo y el Diablo, hablando de negocios: de venderle su alma al Diablo ¿no tenía más que vender el huaso Bartolo! Cien mil pesos le pidió por su alma, pensando que si volvía en esa fecha, la Peta no daría un centavo por él.

Le pareció buen precio al Diablo. Se los dio.

-Pero hay que firmar un pacto -dijo el Diablo -¿Cuándo querís que te lleve?

-Hoy mismo -respondió Bartolo, haciéndose el de las chacras.

Se extrañó mucho el demonio, pues todos le pedían años y años para gozar la vida. Por fin acordaron que vendría a buscarlo mañana. El Malo le pinchó el dedo del corazón al huaso, y con su misma sangre escribió: Bartolo Lara, no te llevaré hoy, pero te llevo mañana.

En cuanto el rotito firmó el pacto, el Diablo lo guardó y desapareció, en una explosión de fuego, humo y olor de azufre.

No hay para qué decir cómo llegó al campo Bartolo, en caballo chileno, montura corralera, espuelas de plata y poncho multicolor. Un mozo arreaba un novillo para el asado, y otro venía en carreta con una tremenda pipa y un baúl de regalo para Peta.

Se les hizo corto el día para la fiesta, pero apenas anocheció, Bartolo montó a caballo y partió a su cita. El Diablo lo saludó con su risa endemoniada.

-Muy bien -le dijo, harti gozaste, ahora te llevo al Infierno.

-¿Cómo que te llevo? -dijo irónico, Bartolo. tan diablo que es y no sabe leer...De mala gana el Diablo sacó el pacto y leyó: Bartolo Lara, no te llevaré hoy, pero te llevo mañana.

-Es verdad -dijo, la cosa es mañana.

-Así es -asintió Bartolo, pero déjeme otros cien mil por el viaje y la puntualidá. El malulo se los dio.

-¡Mañana te espero! -dijo al pasárselos.

-Mañana volveré -aseguró el huaso. Y dicen que el Diablo volvió ese día y al otro y al siguiente, pero siempre Bartolo lo hacía leer el pacto: Bartolo Lara, no te llevaré hoy, pero te llevo mañana.

-¡Me hiciste leso! le gritó un día, ya cansado, el Diablo, y las chispas de sus ojos encendieron el azufre, que es el alimento preferido del demonio, y estalló. Ardió como los fuegos artificiales que Bartolo encendió en la ramada, ese dieciocho, bailando con la Peta.

Los nietos de sus nietos cuentan ahora que Bartolo no trató más con el malo. Hizo pacto con la tierra, y ella le dio siempre rocío de plata y espigas de oro, que son la fortuna de los campesinos.

Pero cuando a media noche aúllan lastimeramente los perros, los ancianos aseguran que es el Diablo, que todavía ronda la casa del roto pillo que lo engañó.

Comentemos la lectura
1.- Sintetiza los siguientes elementos del relato: acontecimientos principales, descripciones de personajes y descripción de ambientes.
2.-¿crees que en la realidad se pueden dar situaciones como las relatadas?
3.- ¿Habrá mucho de imaginación en este relato?

Lectura 6º básico

Lectura 6º básico



Se ha perdido un rayo
Ana María Meléndez (chilena)


En cuanto la Tierra se da media vuelta, él se asoma por la punta de los cerros; tiene todo preparado para enviar a sus hijos al trabajo diario. Salen en todas direcciones, sin dejar ningún lugar sin visitar. Son los hijos del rey Sol enviados a dar calor a los hombres, a hacer crecer las plantas, a mantener la vida sobre este planeta azul que flota en el sistema solar.

El rayo Siete millones doscientos conoce muy bien lo que es la Tierra (¿por qué la llamarán Tierra cuando es más azul que tierra, más azul de agua, de cielo, de nubes?). Ha estado en la selva, penetrando con trabajo por entre las hojas y ramas, ha estado en el desierto aniquilando todo el verde a su paso, en ciudades, tanto en invierno como en verano, siempre variando de un lugar a otro. Le gusta estar entre la gente, esa criatura extraordinaria y especial, que cuando es capaz de amar logra transmitir una calidez tan diferente a la que él ofrece.

Un día de primavera, su padre, el rey Sol lo destina a un pueblo perdido en la cordillera. "No te apresures, le advierten sus hermanos, te vas a costar entrar en ese lugar; cantidades de nubes espesas y cargadas de agua se instalan en los alrededores y no dejan avanzar. Todos nuestros hermanos rayos de sol que han estado allí regresan furiosos; las nubes se amarran entre ellas y riéndose no dejan atravesar a ninguno. El frío que allí se ha hecho habitual, congela hasta nuestros mejores esfuerzos".

El rayo Siete millones doscientos se va con la celeridad acostumbrada. Que no vinieran a hablarle a él de lugares imposibles. Intenta encontrar un claro entre las nubes y siente hundirse en un algodón húmedo que parece no tener fin. Al darse cuenta de que la ruta elegida no es buena, se detiene antes de perderse sin remedio y usando sus poderes retropropulsores se devuelve con mayor rapidez aún. Desde lo alto comienza a observar la situación: todo espeso y oscuro, salvo un picacho más alto, que por alguna razón las nubes no habían atrapado con tanta densidad.

Decide intentar el descenso en ese lugar. Rápido, comienza a bajar, esta vez con mejores resultados: las nubes desprevenidas no tienen más que empezar a evaporarse y abrir paso ante la potencia de un rayo del Astro Rey. Sigue descendiendo, hasta llegar a su objetivo. Es un pueblo pequeño, pobre, con algunas casas, dos corrales con cinco cabras, tres ovejas y una tristeza que asusta. Cuando lo ven llegar, todos salen de sus casas. ¡Qué contentos se ponen! Las mamás sacan a sus hijos para que tomen sol; las vecinas tienden la ropa que huele a humedad; el abuelo que en su juventud había conocido el sol dice:"¿no ven que yo no exageraba?"

Muy pronto organizan un almuerzo al aire libre para no perderse ni un minuto de sol. Es tanta la alegría que causa entre la gente, que a las seis de la tarde, cuando el sol tiene que irse, no se da cuenta de la hora y sigue feliz jugueteando entre las mesas, haciendo florecer las plantas, secando el suelo mojado...

En la noche, el Rey comienza a revisar la llegada de sus hijos para enviarlos al otro lado de la Tierra. Todo va muy bien hasta que notan la falta del Siete millones doscientos. Nadie sabe dónde está. ¿A dónde se le destinó? "A Pueblo Oscuro, en la Cordillera de los Andes, su Majestad. Ese lugar es muy peligroso: puede haber quedado atrapado".

Entre severo y preocupado, el rey dispone que dos de los de mayor experiencia lo vayan a buscar al día siguiente, para no provocar alarma en la Tierra. Ahí estan acostumbrados a tener noche y día, de manera que no hay que alterarles las cosas.

Se demoran una semana en encontrarlo. Al llegar todo es fiesta en el pueblo. Los niños están sonrosados; los mayores trabajan con estusiasmo, y los ancianos ya no se quejan tanto de sus dolores a los huesos.

A las seis en punto se lo llevan frente al rey Sol, quien de inmediato lo somete a juicio. No se pueden quebrantar las leyes de la naturaleza; merece un castigo. Pero, al igual que a todos los miembros del espacio, se le concede el derecho a defenderse y a explicar sus motivos. Hace una descripción tan clara y emotiva del lugar, de la mala salud de los niños y de los ancianos, de las plantas que languidecen y mueren, que por fin todos terminan intercediendo en su favor.

El Consejo de Rayos delibera, discute y al final llegan a un acuerdo. Lo perdona en vista de las razones tan justificadas y humanitarias que había expuesto. Además, le conceden el privilegio: irá siempre al mismo lugar, pero todos los días a las seis en punto debe volver a reunirse con los demás hermanos. No es cosa de cambiar lo dispuesto por la Madre Naturaleza.

Asi se hace finalmente. El rayo Siete millones doscientos se queda en Pueblo Oscuro, al que muy luego hay que cambiarle el nombre. Su fama se extiende pronto y se escucha hablar de un lugar en que la gente es feliz y no hay rencillas. Los pueblos vecinos, al saber de un lugar tan maravilloso, tratan de encontrar el camino para conocerlo y llevarles la civilización. Sin embargo, no lo logran ubicar.


De acuerdo al cuento leído coloca V o F según sea verdadero o falso


1.-___ Los hijos del rey Sol son enviados a mantener la vida sobre el planeta Tierra.

2.-___ El rayo Siete millones doscientes conocía muy bien la Tierra. Por ese motivo no tuvo dificultad para llegar a Puerto Oscuro.

3.-___ Los hermanos rayos le advirtien a Siete millones doscientos del peligro que encerraba la misión a la que había sido destinado.

4.-___ El rayo Siete millones doscientos pensaba que para él todo era posible.

5.-___ En ese pueblo nadie había visto el Sol antes.

6.-___ Al rayo visitante se le pasó la hora y sin darse cuenta se quedó feliz en Pueblo Oscuro.

7.-___ Aunque el rey era severo, aplicó la justicia con mayor suavidad porque el rayo Siete millones doscientos era su hijo.

8.-___ El Consejo llegó a un acuerdo, debido a las razones explicadas por el rayo Siete millones doscientos que favorecían al hombre y a la vida.

9.-___ Los pueblos vecinos trataron de llegar a este lugar tan maravilloso donde nadie peleaba entre sí, pero les resultó imposible.




Lectura 5º básico

Lectura 5º básico


El quirquincho músico
Leyenda, Óscar Alfaro (boliviano)


Aquel quirquincho viejo, nacido en un arenal de Oruro, acostumbraba pasarse horas de horas echado junto a una grieta de la peña donde el viento cantaba eternamente. El animalito tenía una afición musical innegable. ¡Cómo se deleitaba cuando oía cantar las ranas en las noches de lluvia! Los pequeños ojos se le ponían húmedos de emoción y se acercaba, arrastrando su caparazón, hasta el charco, donde las verdes cantantes ofrecían su concierto.
-¡Oh, si yo pudiera cantar así, sería el animal más feliz del altiplano! - exclamaba el quirquincho, mientras las escuchaba extasiado.
Las ranas no se conmovían por la devota admiración que les tenía el quirquincho sino que, más bien, se burlaban de él.
-Aunque nos vengas a escuchar todas las noches hasta el fin de tu vida, jamás aprenderás nuestro canto, porque eres muy tonto.
El pobre quirquincho, que era humilde y resignado, no se ofendía por tales palabras, dichas en un lenguaje tan musical, como suele ser el de las ranas. El sólo se deleitaba con la armonía de la voz y no comprendía el insulto que ella encerraba.
Un día creyó enloquecer de alegría, cuando unos canarios pasaron cantando en una jaula que conducía un hombre. ¡Qué deliciosos sonidos! Aquellos pajaritos amarillos y luminosos, como caídos del Sol, lo conmovieron hasta lo más hondo... Sin que el jaulero se diera cuenta, lo siguió, arrastrándose por la arena, durante leguas y leguas.
Las ranas que habían escuchado, embelesadas, el canto, salieron a orilla de la laguna y vieron pasar a los divinos prisioneros que revoloteaban en las jaulas.
-Estos cantores son de nuestra familia, pues los canarios son sólo sapos con alas -dijeron las muy vanidosas y agregaron- : Pero nosotras cantamos mucho mejor. -Y reanudaron su concierto interrumpido.
-¡Chist... Esperen! -dijo una de ellas-. Miren al tonto del quirquincho. Se va tras las jaulas. Ahora pensará aprender a trinar como un canario... ja... ja... ja...
El quirquincho siguió corriendo y corriendo tras el hombre de las jaulas, hasta que las patitas se le iban acabando, de tanto rasparlas en la arena.
-Qué desgracia! ¡No puedo caminar más y los músicos se van! -Allí se quedó tirado hasta que el último trino mágico se perdió a lo lejos... Ya era de noche cuando regresaba a su casa. Y al pasar cerca de la choza de Sebastián Mamani, el hechicero, tuvo la idea de visitarlo, para hacerle un extraño pedido.
-Compadre, tú que todo lo puedes, enséñame a cantar como los canarios -le dijo llorando.
Cualquier persona que no fuera el hechicero se hubiera reído a carcajadas del quirquincho, pero Sebastián Mamani puso la cara seria y repuso:
-Yo puedo enseñarte a cantar mejor que los canarios, que las ranas y que los grillos, pero tienes que pagar la enseñanza... con tu vida.
-Acepto todo, pero enséñame a cantar.
-Convenido. Cantarás desde mañana, pero esta noche perderás la vida.
-¡Cómo!... ¿Cantaré después de muerto?
-Así es.
Al día siguiente, el quirquincho amaneció cantando, con voz maravillosa, en las manos del mago. Cuando éste pasaba, poco más tarde, por el charco de las ranas, se quedaron mudas de asombro.
-¡Vengan todas! ¡Qué milagro! ¡El quirquincho aprendió a cantar!...
-¡Canta mejor que nosotras!...
-¡Y mejor que los pájaros!...
-¡Y mejor que los grillos!...
-¡Es el mejor del mundo!...
Y, muertas de envidia, siguieron a saltos tras del quirquincho que, convertido en charango se desgranaba en sonidos musicales. Lo que ellas ignoraban era que nuestro pobre amigo, como todo gran artista, había dado la vida por el arte.



Reflexiona sobre la leyenda de Óscar Alfaro y responde las siguientes preguntas

1.- ¿Qué sentía el quirquincho cuando oía cantar a algún animal?
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2.- ¿Qué reacción tenían las ranas al ver que el quirquincho escuchaba su cantar?
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3.- ¿Por qué razón y a quién pidió el quirquincho que le enseñara a cantar?
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4.- ¿Cómo se le concedió el deseo al quirquincho?
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5.- ¿Qué crees tú que significa eso de que todo gran artista da la vida por el arte?
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6.- Indica dos enseñanzas que deja la lectura de esta leyenda
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7.- Si pudieras ser un artista, ¿a qué arte te dedicarías?
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sábado, 29 de noviembre de 2008

Lectura 4º básico

Lectura para 4º básico





Un enano con problemas
(Felipe Alliende, chileno)


Ayer, todos los niños del Jardín fueron de paseo a la cordillera. Encontraron un lugar maravilloso.

-Hay una poza -gritó Rodrigo.

-Subámonos a las rocas -propuso Claudio.

-Aquí tenemos sombra -dijo Loreto.

De repente vieron a un enanito. Estaba tremendamente enojado.

-¡No hay derecho! -decía-¡No hay derecho!

-¿Qué te pasa, enanito? -preguntó Paulina.

-¡Es el colmo! ¡Es el colmo! -repetía el enano furioso.

-¿Pero que te pasó? -preguntó la tía Ana.

-Pisé un vidrio y me hice una herida en el pie.

Tiraron basura y me ensuciaron entero. Cortaron y quemaron mi árbol favorito. no me puedo bañar en el estero, porque el agua está contaminada.

-¿Y qué podemos hacer por ti? -preguntó Daniel.

-Mucho -respondió el enano. Recoger la basura, sacar los vidrios de la arena, limpiar el estero y regar plantas y árboles.

-¿Eso no más? -preguntó María José.

-Mucho más -agregó el enano. Pueden curarme la herida, arreglarme la barba y prepararme un baño tibio. ¡No aguanto el agua fria!

-Comencemos por limpiar -propuso la tía Ana.

Y todos se pusieron a trabajar. El enano trajo una pequeña pala que más parecía cuchara. Muy pronto, todos estaban trabajando. Trabajaba el enano recogiendo vidrios con su cuchara, es decir, con su pala. Trabajaban las niñas, recogiendo basura, trabajaban los niños, limpiando el estero, trabajaba la tía Ana, regando las plantas. Y en un instante, todo quedó limpio y ordenado.

-El lugar está perfecto -dijo Rodrigo.

Ahora le toca al enano. Los niños, recogiendo ramas secas y con mucho cuidado, hicieron un pequeño fuego. Entibiaron el agua en una olla y el enano se dio un rico baño. La tía Ana le curó la herida del pie. Loreto le lavó la ropa. Paulina le arregló la barba. Y el enano quedó como nuevo.

-¿Es hora de comer? -preguntó Rodrigo con mucha cara de hambre.

-Es la hora, es la hora de comer -dijo la tía Ana.

Y vieran ustedes lo que sucedió. Le hicieron un plato al enano con media para frita, cuatro tallarines y de postre le dieron una uva. ¡Hay que ver como comía! y comieron los niños, y comieron las niñas y también comió la tía. Pero nadie ensució nada. Basura que se producía, basura que se recogía. Después de comer, apagaron cuidadosamente el fuego y se pusieron a jugar. Unos jugaron a la pelota y otros a la escondida. Después, todos se bañaron en el estero, menos el enano, porque no le gustaba el agua fría.

Cuando llegó la tarde, recogieron todas sus cosas y se dispusieron a partir. Ahora sí que el lugar estaba realmente maravilloso. No había vidrios ni basura. El estero estaba limpio. Árboles y plantas estaban regados. Sentado sobre una roca, el enano se despide de los niños. Por primera vez en su vida era un enano completamente feliz.
*
*
Escribe V si es verdadero y F si es falso
___ El enano se hirió con un cuchillo
___ Los niños ayudaron al enano a limpiar
___ Al enano le gustaba el agua fría.
___ Cuando los niños se fueron, el lugar y el enano estaban limpios
___ Los niños fueron de paseo al parque
*
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Describe el lugar del paseo antes de que llegaran los niños y después de que se fueron


Lectura 3º básico

Lectura para 3º básico




La abuelita de todos


En una casita pintada de blanco vivía una señora muy viejita, la cual tenía un jardín lleno de flores y un naranjo, cuyos frutos repartía a los niños del barrio. Ellos disfrutaban en esos días de otoño, con el regalo recibido de manos de la abuelita Zulema.

Todos la querían mucho. Vivía sola, pues sus hijos y nietecitos estaban muy lejos. Ella no había querido irse de la casa, porque, según ella decía, allí había pasado los días más felices de su vida.

Así pasaban las tardes estos niños, estando sus madres muy tranquilas porque sabían de los cuidados cariñosos de la abuelita.

Los niños, al volver a casa, siempre lo hacían con algún regalo de ella: una flor para la mamá, un dulce para el hermano más pequeño o cualquier otra cosa.

Abuelita Zulema sabía de todo. Contaba lindos cuentos, tejía bufandas y calcetas, jugaba a la gallinita ciega y a las escondidas.

Una tarde, cuando los niños llegaron, vieron a la abuelita sin hacer nada. Estaba sentada en un sillón del jardín, con un papel escrito entre las manos. Parecía muy, pero muy triste.

-¿Qué pasa abuelita Zulema?..¿Por qué estás triste?

-Porque detro de unas semanas es el Día del Anciano y yo esperaba, como todos los años, la visita de mis nietecitos, pero ellos no pueden.

-¿No pueden venir?

-No...

-¡Oh! ¡Qué pena!

Esa tarde, los niños acompañaron a la abuelita en silencio. No hubo cantos ni risas....y al llegar a sus casas les contaron a sus padres lo sucedido.

-¡Qué lástima! -dijo la mamá de Gustavito, agregando: -está solita todo el año y justo el día tan esperado por ella, para ver a sus nietos, éstos no pueden venir.

Los niños del barrio, mientras se acercaba la fecha esperada, le quisieron aliviar un poco la tristeza intentando entretenerla y distraerla.

¡Finalmente, llegó el Día de la Abuelita! Todos los niños se levantaron muy temprano y ¡oh sorpresa!, no protestaron al lavarse la cara ni las orejas. Después, con sus mejores ropas, tomaron los paquetes preparados el día anterior y, todos juntos, se dirigieron a la querida casa. Llamaron y abrió la abuelita:

-¡Muchas felicidades en tu día, abuelita querida! -saludaron.

-¡Pero cómo!...¿Y los otros abuelitos? ¿No van a ir a visitarlos? -les preguntó la abuelita.

-No, porque todos ellos y nuestros padres vendrán a verte para celebrar este día contigo -contestaron a coro los niños.

La abuelita no sabía si reír o llorar, primero se quedó quieta y, luego, empezó a palmotear con sus manos. Comenzó aplaudiendo suavemente y después con más fuerza.

Rápidamente contagió a los niños y todos empezaron a aplaudir.

¡La alegría era inmensa!. El alboroto era cada vez mayor. Saltaban, se abrazaban y se besaban unos a otros.

¡Había ocurrido algo maravilloso! El amor los unía y eran un solo manojo de personas, manifestando su mutuo cariño.


Comprendamos la lectura
1.- ¿Por qué los niños se entretenían con la abuelita Zulema?
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2.- ¿Por qué estaba triste la abuelita?
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3.- ¿De qué modo habrías manifestado tú el amor hacia la abuelita Zulema?
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4.-Los personajes del cuento "La abuelita de todos" son
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5.- El ambiente en el cual se desarrolla el cuento es
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6.- La acción más hermosa del relato se da cuando
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Lectura 2º básico

Lectura para trabajar 2º básico



El asno que se bebió la Luna


Aquella noche la Luna estaba muy hermosa, redonda y blanca. Como es muy presumida, se pasó la noche mirándose en el agua. Se peinaba su cabellera negra con una estrella amarilla de siete puntas. El pequeño logo del pueblo era un espejo estupendo.

Entonces pasó por allí Ramón, para dar de beber agua a su burro.

Justo cuando el asno bebía, una nubecita caprichosa tapó la Luna.

Ramón pensó que su burro se la había bebido.

-¡Mi burro se bebió la Luna! - gritó fuera de sí.

Toda la gente del pueblo se levantó de sus camas y salió a ver lo que ocurría. Comprobaron que la Luna no estaba en el agua.

Examinaron el asno dentro de las orejas, debajo de las patas y de la barriga, detrás de la cola...También le abrieron el hocico, pero no encontraron nada. La Luna no aparecía.

En ese momento la nube se apartó y la Luna volvió a reflejarse en el lago.

-¡Miren, miren! -chillaron todos-, el asno estornudó y devolvió la Luna al lago.

La Luna se divertía tanto, que se retorcía de risa, ondulando su imagen en el agua. Las estrellas le dijieron:

-Si te ríes tan fuerte, te van a oír. ¡Mira lo que hacen ahora!

Los hombres y las mujeres habían sacado de sus casas cañas de pescar, coladores, redes, baldes, cuerdas...Querían pescar la Luna. Así se pasaron la noche.

La Luna recogió la noche en un moño, se lo adornó con estrellas y se preparó para irse al otro lado de la Tierra. El Sol llegó para abrir un nuevo día. Guiñó el ojo a la Luna y ocupó su lugar.

Aquel día, todos los vecinos del pueblo pasaron mucho sueño.


Lee las siguientes oraciones y ordénalas del 1 al 4


___ Una nube tapó la Luna mientras el burro bebía
___ La nube se movió y apareció la Luna de nuevo
___ Ramón pensó que el asno se la había bebido
___ La Luna se peinaba sobre el espejo del lago



Lectura 1º básico

Juguemos a leer
Lectura 1º básico






Los dos Amigos


Juan y Tomás eran dos buenos amigos. A Juan le faltaban sus dos ojos y a Tomás, una pierna. Un día iban caminando por el campo y se toparon con un puente roto.

Tomás dijo:

-No puedo pasar por este río, pues con una sola pierna me puedo caer.

Y Juan respondió:

-Sin mis ojos tampoco puedo pasar el río. ¡Estamos sonados!

Después de un momento, a los dos se les ocurrió una buena idea: Juan subió a su espalda a Tomás y este le fue indicando el camino por donde pudieron pasar juntos.

Juan y Tomás se pusieron contentos por haber superado la dificultad al unir ambos sus fuerzas.

Responde las siguientes preguntas:

¿Qué eran Juan y Tomás?

_________________________________________________

¿Qué le faltaba a Juan?

__________________________________________________

¿Con qué se toparon Juan y Tomás cuando caminaban por el campo?

__________________________________________________

¿Que hicieron Juan y Tomás para poder pasar el río?

__________________________________________________

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Antipoesía

La antipoesía es una escritura elaborada a partir de la negación de los rasgos esenciales de otras escrituras y de otros códigos literarios. El antipoema es una contradicción, un contratexto. Es el resultado de la reflexión, pero todavía más, de una indagación llevada a cabo en la práctica poética misma.

Fuentehttp://www.biblioredes.cl/BiblioRed/Nosotros+en+Internet/antisitiodeparra/POEMAS+Y+ANTIPOEMAS



ES OLVIDO
Nicanor Parra


Juro que no recuerdo ni su nombre
más moriré llamándola María
no por simple capricho de poeta:
por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
ella una joven pálida y sombría.

Al volver una tarde del liceo
supe de su muerte inmerecida,
nueva que me causó tal desengaño
que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
por la gente que trajo la noticia
debo creer, sin vacilar un punto,
que murió con mi nombre en las pupilas.

Hecho que me sorprende, porque nunca
fue para mí otra cosa que una amiga.
nunca tuve con ella más que simples
relaciones de estricta cortesía,
nada más que palabras y palabras
y una que otra mención de golondrinas.

La conocí en mi pueblo
(de mi pueblo sólo queda un puñado de cenizas),
pero jamás vi en ella otro destino
que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que hasta llegue a tratarla
con el celeste nombre de María,
circunstancia que prueba claramente
la exactitud central de mi doctrina.

Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
pero tened presente que lo hice
sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
su inmaterial y vaga compañía
que era como el espíritu sereno
que a las flores domésticas anima.

Yo no puedo ocultar de ningún modo
la importancia que tuvo su sonrisa
ni desvirtuar el favorable influjo
que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
fueron sus ojos fuente fidedigna.
Más, a pesar de todo, es necesario
que comprendan que yo no la quería
sino con esa vaga sentimiento
con que a un pariente enfermo se designa.

Sin embargo, sucede, sin embargo,
lo que a esta fecha aún me maravilla,
ese inaudito y singular ejemplo
de morir con mi nombre en las pupilas,
ella, múltiple rosa inmaculada,
ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
que se pasa quejando noche y día
de que el mundo traidor en que vivimos
vale menos que rueda detenida:
mucho más honorable es una tumba,
vale más una hoja enmohecida.

Nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
creo que moriré de poesía,
de esa famosa joven melancólica
no recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
como una paloma fugitiva:
la olvidé sin quererlo, lentamente,
como todas las cosas de la vida.

martes, 25 de noviembre de 2008

Poesía


Manifestación de la belleza o de los sentimientos por medio de la palabra, que genera determinadas emociones en el lector u oyente. / Poema. / Puede estar escrita en verso o en prosa; en el segundo caso se le denomina prosa poética./ En sentido amplio, idealidad o lirismo que suscita un sentimiento estético por medio de cualquier arte. / Poesía pura, la que sólo está subordinada a criterios poéticos.

LA MADRE
Con cinco letras augustas
que son cual cinco diamantes,
en mi corazón escrito
llevo el nombre de mi Madre.
*
La grandeza de los mundos
estrecha viene a su imagen
la hermosura de los cielos
a su lado nada vale.
*
Yo no temo el infortunio
con tal que tu pecho me ame,
y tus labios me sonrían,
y tu dulce voz me hable
aquellas santas palabras
que solo dicen las madres.

Fábula

La fábula es un relato breve escrito en prosa o verso, donde los protagonistas son aniamles que hablan. Se hacen con la finalidad de educar, lo cual es la moraleja, esta normalmente aparece al final, al principio o no aparece porque se encuentra en el mismo contenido del escrito.
Algunso famosos escritores de fábulas son : Esopo, La Fontaine y Samaniego.




El cuervo astuto
Fábula de Esopo


Había una vez un cuervo que tenía mucha sed. Durante mucho tiempo voló sobre los campos y los bosques, pero no encontró agua.

Finalmente, el negro cuervo vio una jarra con agua sobre unas piedras. El cuervo voló hasta la jarra, metió su cabeza, pero no pudo alcanzar el agua.

-¿Qué puedo hacer? se dijo el cuervo.

- ¡Tengo tanta sed y la jarra es tan alta!.

Por suerte, el cuervo era muy astuto. Pensó y pensó y se le ocurrió una buena idea, buscó varias piedras y con su pico las tiró dentro de la jarra.

El agua de la jarra empezó a subir gracias a las piedras que el astuto cuervo tiraba dentro de la jarra, el agua subió tanto que el cuervo pudo tomarla con facilidad.

¡Huy!, que rica sintió el agua. Ahora, ya sin sed, el cuervo siguió volando sobre los campos y los bosques.

Poco a poco con paciencia y constancia, se solucionan los problemas.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Quebrantahuesos



Son mensajes que se forman recortando letras de distintas noticias en diarios o revistas, luego se pegan en un papel y resultan noticias diferentes.

No importa que las letras sean distintas. Lo que sí interesa es que logres un mensaje nuevo, diferente y divertido.



Fuente:http://www.ueubiobio.cl/coordinadores/sitios/Aprendiendo/sitio/Juegos_verbales/refranes/guia3.html







miércoles, 19 de noviembre de 2008

Acróstico

Un acróstico es una composición poética en el que las letras iniciales, medias o finales de cada verso leídas en sentido vertical, forman una vocablo o una locución.



Del libro de poemas Sinfonía Rantifusa
Julio Ravazzano Santamartino

D euda atrasada de amor
A ntes tus labios que anhelo
M e brindarán el consuelo
E xtinguido del dolor
U n fuego así abrasador
N o lo soporta Cúpido
B asta ya hemos concluído
E stoy de amarguras lleno
S uplico me des veneno
O lo que al margen te pido.



Fuente:http://www2.informatik.uni-muenchen.de/tangos/msg06321.html

jueves, 13 de noviembre de 2008

Refranes




¿QUÉ ES UN REFRÁN?


El Refrán es una frase anónima que recoge la sabiduría popular y sirve para alertar sobre algo o ilustrar un comportamiento. En algunos países se les llama dicho.
Generalmente están compuestos por dos partes: causa y consecuencia

Ejemplo

Causa------------------------- -Consecuencia
A falta de pan
-----------------buenas son las tortas
  • A boda ni bautizado, no vayas sin ser llamado
  • A buen entendedor, pocas palabras bastan
  • Cada loco con su tema
  • Cria cuervos y te sacarán los ojos
  • De tal palo, tal astilla
  • Mal de muchos, consuelo de tontos
  • No hay peor sordo que el que no quiere oír
  • Pájaro viejo no entra en jaula
  • Sol que mucho madruga, dura poco
  • Más sabe el diablo por viejo, que por ser diablo


Refranes quebrados

Los refranes quebrados se basan en expresiones breves, transmitidas de generación en generación; pero que en vez de ser expresadas en su forma tradicional, se "quiebran" sobre la base de una terminación inesperada o por la inclusión de un fragmento de otro refrán.


  • En casa de herrero, no hay pan duro
  • Cuando hay hambre, buenas son las tortas
  • Perro que ladra, diente agudo
  • Quien siembra vientos, Dios lo ayuda
  • A caballo regalado, no le faltan pulgas
  • Perro que ladra, poco aprieta
  • Cuando hay hambre, pocas palabras
  • Mucho ruido, oídos sordos
  • En boca cerrada se cuecen habas
  • No dejes para mañana, pan y cebolla

El refrán y su enseñanza

  • Éramos pocos y parió mi abuela....Da a entender que aumenta de modo inoportuno la concurrencia de gente donde ya hay mucha.
  • Quien bien te quiere te hará llorar....Enseña que el verdadero cariño consiste en advertir y corregir al amigo en lo que yerra.
  • Zapatero, a tus zapatos....Aconseja que cada cual se limite a ocuparse de lo que es su actividad propia o a juzgar de lo que entiende.
  • Quien bien quiere, tarde olvida....Expresa que el cariño o amor verdadero no lo alteran las contingencias del tiempo ni otras circuntancias, perdurando siempre, aun cuando parezca que se entibian.
  • La dicha de la fea, la hermosa la desea....Expresa que la mujer fea suele tener más suerte que la hermosa en el matrimonio.
  • Gallo que no canta, algo tiene en la garganta Expresa que cuando uno no interviene en conversaciones que le atañen, suele ser porque tiene algo que temer.
  • Del dicho al hecho hay mucho trecho....Señala la distancia que hay entre lo que se dice y lo que se hace, y aconseja no confiar enteramente en las promesas, pues suele ser mucho lo que se cumple que lo que se ofrece.
  • Del árbol caído todos hacen leña....Expresa el desprecio que se hace comúnmente de aquel a quien ha sido contraria la suerte y la utilidad que todos procuran sacar de su desgracia.
  • Amor con amor se paga....Recomienda corresponder en la misma medida con que uno es favorecido, o tratado.
  • La ropa sucia se lava en casa....Aconseja a las familias y amigos arreglar sus disputas en la intimidad.

Refranes Divertidos

  • De tal palo... tal chichón
  • Cuando el río suena, se ahogó una orquesta
  • Al que madruga, Dios lo mira sorprendido
  • El que se ríe último, piensa más lento
  • Detrás de todo hombre que triunfa, hay una mujer sorprendida
  • El trabajo en equipo es esencial, te permite echarle la culpa a otro
  • El que quiera celeste, que mezcle azul y blanco
  • De mucho trabajar no se murió nadie, pero por las dudas, mejor no arriesgarse
  • Caballo regalado tiene que ser robado
  • Camarón que se duerme amanece en cóctel

jueves, 6 de noviembre de 2008

Nuevas experiencias




Cuando pensaba que ya nada me podía sorprender...me encuentro aqui frente al pc descubriendo un mundo nuevo...nuevos saberes, nuevos aprendizajes...los cuales espero poder compartir